Educar en la libertad no es tarea fácil, porque implica poner énfasis más en el desarrollo de la capacidad de razonamiento moral que en el simple dar instrucciones sobre lo que es bueno y lo que no lo es. Pero esta educación en la libertad es la única forma digna de educar, pues se basa en el respeto a la dignidad de la persona del educando, asumida como valor absoluto y como criterio de validación de toda acción educativa. Así entonces, educar en la libertad y desde la libertad impide maltratar a los demás mediante conductas discriminatorias, pues éstas son conductas totalmente irracionales, que atentan contra la verdadera libertad personal y la libertad de los demás. Educar en la libertad quiere decir educar en el amor, pues cuando respetamos la libertad de la persona y tomamos en cuenta su realidad particular, la estamos amando. Quien ama, respeta; y quien respeta se dignifica porque se hace más libre.
Eduquemos en la libertad y desde la libertad y así estaremos promoviendo un sujeto más digno, más libre… más persona.
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